No es habitual encontrar en medio del centro histórico de una ciudad turística un buen restaurante. Lo normal es encontrar sitios para guiris perdidos donde el precio normalmente es elevado y la calidad pésima.
Girona, con un centro histórico de primer orden, que bien vale el viaje, presenta diversas opciones para comer bien en diferentes partes del maravilloso casco viejo, sitio con abundantes turistas europeos en su gran mayoría.
Una de estas opciones es el restaurante Cal Ros, un restaurante que pasó de ser un clásico de la comida tradicional gerundense a llegar a ser maltratado por diferentes de las direcciones que tuvo. Ahora y bajo la batuta de Jordi Ribas y Sonia Labrador, chef y jefa de sala, Cal Ros vuelve a respirar calidad, buen producto, cuidadas elaboraciones que suelen satisfacer a los numerosos clientes, turistas y gente del país, que acuden a comer.
Desde hace 1 año Cal Ros es Restaurante recomendado por la guía Michelín. Eso ya supone un hito para este histórico de la gastronomía gerundense, donde el multi premiado y considerado mejor restaurante del mundo, El Celler de Can Roca, está a sólo 5 minutos en coche, o que otro estrellado por la Michelín como el Massana, esté a 5 minutos andando.
Cocotte de mar y montaña y corral |
pulpo a la brasa sobre un soufflé de patatas y all i oli |
La excelencia de Cal Ros la encontramos en los arroces, un producto que mima al abastecerse sólo de un pequeño productor del pueblo de Pals, una localidad que ha sabido otorgar una gran calidad a sus arroces, cultivando variedades que estaban olvidadas. Pude probar un brutal arroz de alcachofas con gallo de San Pedro . Qué bien que toca el arroz!
Jordi Ribas me sorprendió en el último plato con un steak tartar maridado para la ocasión con un gin tonic de Seagram's que le aportaba la sequedad y que combinaba a las mil maravillas.
Steak tartar maridado con gin tonic... Curioso! |
"Xuixo" con chocolate caliente... Impresionante! |
El chef Jordi Ribas |
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